Algo característico en el desarrollo físico y emocional de los niños es la habilidad de correr, saltar y jugar; sin embargo, debido a dichas actividades, los pequeños son más propensos a sufrir caídas que terminan en la mayoría de los casos en fracturas. No obstante, gracias a que durante la infancia y la adolescencia, se deposita mucho más hueso nuevo del que se elimina, a medida que el esqueleto va creciendo y los huesos se vuelven más densos, la recuperación de su sistema oseo es mucho más rápida que el de los adultos. Por otra parte, algo muy importante a tener en cuenta durante la etapa de mejoría es la parte emocional del menor, pues ya no pueden continuar con las actividades que disfrutaban antes de la fractura y esto les puede ocasionar depresión y frustración, que a la edad de ellos, puede ser dificil manejar. Por ello, recuerda que las emociones necesitan ser expresadas y mostradas de una manera saludable, y los adultos somos los responsables de enseñar a los niños cómo hacerlo, es fundamental el acompañamiento, la paciencia y el cuidado de la familia en torno a su recuperación. Finalmente, ten en cuenta incluir una dieta saludable rica en vitamina D y calcio, cuida muy bien el yeso o la férula, sigue las indicaciones de tu médico y asiste a todas las visitas de seguimiento.